viernes, julio 08, 2005

bosques

“Cuentan los antiguos, pero Alá sabe más, que cerca de una ciudad rica e importante un bosque misterioso se elevaba. Oscuro, la luz sólo entraba atravesando las hojas y flores de los diversos árboles que allí convivían. Entre penumbras de colores, la particularidad del bosque – dicho sagrado- radicaba en los misteriosos ecos que le llenaban, por encima del canto de los pájaros y el murmullo del viento.
Sólo el Misericordioso sabe con exactitud quién descubrió que si le hablaba a un árbol, conectado a través de sus raíces al ignoto suelo, éste repetiría su mensaje a otro árbol. Estos mensajes fragmentados eran caprichosos e intermitentes, las voces –repetidas- eran tan dulces como las huríes en el paraíso. La costumbre de dejar mensajes empezó, como a de ser, con los enamorados que, en tardes iluminadas, se buscaban y repelían en los interiores del bosque. Con los muchos años, el carácter de los árboles fue cambiando, recordaban todos los fragmentos transmitidos, empezaron a sorprender con sus consejos. Extraño el murmullo de este bosque, que al paso de los hombres pronunciaba ya la sabiduría de años, ya la brillantez de instantes.
Nada dura, sólo el Inmortal y su profeta son eternos. Los jóvenes, los ancianos, las mujeres, los niños, los guerreros, los comerciantes, preferían ir a dejar y recibir mensajes al bosque. Las conversaciones dejaron de poseer calidez, encanto. Demasiadas veces los esposos resolvieron sus asuntos entre las coloridas sombras de los intermediarios arbóreos, demasiados niños se olvidaron de jugar con otros niños.
Alá destruyó el bosque y la ciudad, porque los seres humanos deben ser tacto y oído, vista y olfato, ternura y odio, no sombras de sí mismos o adelgazados fantasmas solitarios. Alabados sean Él y su profeta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me pareció, bajo las hermosas imágenes, reconocer una parábola de esta Red electrónica global.
Tal vez me equivoque...
(Mejor no lo expliques: las obras de arte deben parte de su belleza al misterio que emanan por sí mismas y a la pluralidad semántica que las envuelve)