faltando a mi constumbre de no andar con memes, toca mencionar un par (ejem, cinco) de blogs nuevos, de ésos que alegran el recorrido por la nete:
_Euge si bien no se actualiza mucho, lo que siente es fuerte y claro, anti espirituales abstenerse.
_Le.mon.grass ella es realmente creativa, y una de l@s pocas paceñ@s que tolero leer en inglés, con la sola excepción de MABB probablemente.
_Mi meme Rodrigo Antezana y artículos varios sobre cine,literatura y afines
_Gato diversos temasde un bloguero cordobés especializado en diseño,pero no sólo
_Angel el amable español que me motivó al meme, gracias che, y un saludo!
jueves, agosto 31, 2006
miércoles, agosto 30, 2006
verla pasar
Si pudiese, me quedaría trenzando mis cabellos, en la puerta de mi casa, mirando pasar la vida.
Hacedora de los amaneceres, de las múltiples mañanas, esperaría.
Lluvias, arco iris, nietos, flores, arrayanes.
Sin embargo, aún no es mi tiempo para.
Aún mi cabello no es gris viejo, ni mis manos han acariciado la frente de mis hijos.
Aún no sé, aunque he sabido sospecharlo, de haber tenido y haber perdido; aún mis músicas no se componen de tangos, boleros y memorias.
Aún no puedo ver pasar la vida.
Hacedora de los amaneceres, de las múltiples mañanas, esperaría.
Lluvias, arco iris, nietos, flores, arrayanes.
Sin embargo, aún no es mi tiempo para.
Aún mi cabello no es gris viejo, ni mis manos han acariciado la frente de mis hijos.
Aún no sé, aunque he sabido sospecharlo, de haber tenido y haber perdido; aún mis músicas no se componen de tangos, boleros y memorias.
Aún no puedo ver pasar la vida.
jueves, agosto 24, 2006
tanto deseo
Hay momentos en los que no puedo más que detenerme a contemplar la luz. Dorada, me impulsa a dormir, blanquecina, me impulsa a alimentarme. Como si mis ojos estuviesen recubiertos de finísimas láminas de verde, la luz me permite respirar.
Hoy, en el patio, recordé que a veces, de noche, cuando insomne recorro las baldosas, deseo al rey del sueño: sus ojos son dos carbones encendidos, su piel es de alabastro, su traje está cubierto del polvo de las hadas. De niña, era para mí, idéntico, aunque pequeño y desmelenado. Ahora, es a él a donde voy, cuando la luz me empuja...
Nunca quiso llevarme. A veces, temo que cambie de opinión, y lo haga. Pero cuando me pesan los huesos, las pasiones, el estómago y los labios, miro al tibio resplandor de la tarde, al sordo titilar de la noche, y ruego. Aunque una humana no pueda atreverse a rozar al infinito, aunque no sea de este mundo pedir por el siguiente, yo, en esas tardes donde la luz diluye los objetos, imploro.
¿Porqué, pesada, no alcanzo con beber toda esta maravilla? ¿Porqué tanto deseo?
Hoy, en el patio, recordé que a veces, de noche, cuando insomne recorro las baldosas, deseo al rey del sueño: sus ojos son dos carbones encendidos, su piel es de alabastro, su traje está cubierto del polvo de las hadas. De niña, era para mí, idéntico, aunque pequeño y desmelenado. Ahora, es a él a donde voy, cuando la luz me empuja...
Nunca quiso llevarme. A veces, temo que cambie de opinión, y lo haga. Pero cuando me pesan los huesos, las pasiones, el estómago y los labios, miro al tibio resplandor de la tarde, al sordo titilar de la noche, y ruego. Aunque una humana no pueda atreverse a rozar al infinito, aunque no sea de este mundo pedir por el siguiente, yo, en esas tardes donde la luz diluye los objetos, imploro.
¿Porqué, pesada, no alcanzo con beber toda esta maravilla? ¿Porqué tanto deseo?
martes, agosto 15, 2006
la ciudad los otros
Una podría sentarse ante sí misma y afirmar: la ciudad existe fuera de nosotros. Una podría, también, querer creer en las promesas hechas al calor de la nada, y vivir sufriendo. Mentirse, es algo que una puede y hace, a cada rato.
Sin embargo, o por eso mismo, porque una no puede soportarlo, planteárselo de frente, aceptarlo, es que la realidad es otra. La ciudad es apenas una suerte de paredes que separan una persona de la siguiente (¿qué pared separa mis sueños de quien duerme, muro de por medio? ¿cómo sé que él no sueña también, acaso lo mismo? ¿quién dirime qué sueño pertenece a quién?), las promesas no deben creerse, requerirse ni esperarse; la mujer que yo soy debe saber buscarse adentro y mirar para sí misma, sin miedo a lo que encuentre.
O también: una podría animarse de una vez a configurar su realidad, a admitir la lluvia que permea el campo de esmeraldas, a decirse que esperar del otro no es igual a poseer esperanza, porque una es inútil, y la otra bien puede sostenerte viva.
Una podría, de una vez, empezar a considerar la ciudad junto a los otros.
Sin embargo, o por eso mismo, porque una no puede soportarlo, planteárselo de frente, aceptarlo, es que la realidad es otra. La ciudad es apenas una suerte de paredes que separan una persona de la siguiente (¿qué pared separa mis sueños de quien duerme, muro de por medio? ¿cómo sé que él no sueña también, acaso lo mismo? ¿quién dirime qué sueño pertenece a quién?), las promesas no deben creerse, requerirse ni esperarse; la mujer que yo soy debe saber buscarse adentro y mirar para sí misma, sin miedo a lo que encuentre.
O también: una podría animarse de una vez a configurar su realidad, a admitir la lluvia que permea el campo de esmeraldas, a decirse que esperar del otro no es igual a poseer esperanza, porque una es inútil, y la otra bien puede sostenerte viva.
Una podría, de una vez, empezar a considerar la ciudad junto a los otros.
sábado, agosto 05, 2006
pedido de mudanza
Quiero hablar con las paredes, y que ellas me respondan. Quiero que cambien de forma, textura y de color, de acuerdo a cómo voy y siento. Quiero ser capaz de pintar ángeles parlantes en los muros, y de beber jugos rosas de los cálices. Quiero pintar bajo un ventanal inmenso, cuadros sucesivos de historias. Quiero un piso de madera y flores en las ventanas, trenzas largas y pecas en las piernas, quiero todo el tiempo rezumar música. Todo eso quiero y más, allá cuando sepa permitir a mis deseos avizorar el horizonte, plasmar mis escenarios, ampliar mis existencias: descubrirme, cada vez, capaz de nuevos textos, de nuevas realidades. Quiero, de forma permanente, crear y revivir los eternos tablados de la vida y de la muerte, y nunca, nunca más, temerles.
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