miércoles, agosto 31, 2005

31oguéate

vaya, siguiendo a elforastero me uno a esta curiosa celebración y recomiendo cinco nuevos y no tan nuevos, de esta cosa q se está haciendo tan grande
El Gobernador para quien quiera saber como son esos dias de rabia sorda en la ciudad en la que vivo, lamento no poder indicar un blog para los momentos luminosos de la misma.

Aemaeth porque pertenece a un grupo súbito, loquísimo, y bueno, en el tb está

Jabberwock y tb tekelili, pero bueh, id conociéndolos en pequeñas dosis...

Serguinho un chileno con un blog pobre... pero honrado...

y a dos, ilustrísimas porque está bueno que sepamos de jermus tan de peso, peso virtual vamos.

domingo, agosto 28, 2005

Dos más dos suman muchas, manifiesto perfecto y posible

"Agradecemos y recordamos a aquellas que, tras nosotras, apoyan y
callan. Sabemos muy bien que sin los anuncios a través de la red, de
nuestros videoclips, nuestro lenguaje visual que reemplaza tantas
inútiles palabras, no estaríamos aquí, en guerra declarada sin
intención de derrocar y tomar la gobernación que nos agobia. Nuestra
lucha no pasa por allí. Si hoy tomamos las armas no es más que con el
deseo profundo de dejarlas, para que nuestras niñas puedan mirar al
sol a la cara sin pensar por ello que cometen pecado contra sí
mismas, para que sean dueñas de su cuerpo, de su mente y de su libre
albedrío. Somos criaturas del sol, en él dimos a luz, en él
partiremos. Hasta el abrazo unificador, siempre
Vocera-en pie-de-guerra

miércoles, agosto 24, 2005

historia perfecta y posible de una rebelión, o dos más dos suman muchas (I)

Y pensar que estoy muerta, muerta de sueño en este desierto. Harta de
comer poco y mal, de dormir peor, de no sentir cerca de mi piel más
que el duro olisqueo de los perros guardianes. Ya sé que dicen que no
hay que quejarse, pero me quejo. Me quejo por la impunidad, por los
odios, por la sed, por esta mi suerte de meterme a guerrillera cuando
no aspiraba a tanto. El viento ha pasado de ser arena a ser una suerte
de polvillo fino, las botas se secan solas y mis pies cuarteados me
preguntan si no será posible animarse y descalzarse, para enfrentar
mejor el desierto de mi tierra. La nuestra es una batalla triste,
aunque no amarga. Se enfrenta al mundo desde las penas que empujan al
orgullo, desde el silencio que impusieron otros. Ya van quince años
desde que decidimos gritar y levantarnos, pero son apenas un suspiro
cuando pensamos en los siglos en los que vivimos soterradas. Desde mi
cueva excavada en la montaña, recuerdo la exacta fecha en la que me
interné por el desierto, buscando a mis mujeres: tenía quince años y
acababa de conocer la sangre de las lunas.
Triste es empezar hablando de mi misma, cuando somos tantas las que
escogieron levantarse. Pero una mujer debe comenzar afirmándose ante
el mundo, gritando aquí yo soy, para que nunca más nos escondan en el
subgénero y la segunda clase, la masa mujeril tantas veces acusada de
débil, para que fuese siempre ciega a su inagotable fuerza.

sábado, agosto 20, 2005

Abre la rosa

Abre la rosa sus piernas, deja, esencia de su perfume, subir el olor desde el suelo. Nadie está para saber, sólo otras rosas, ignorantes en su actuar como conjunto. La rosa se abre, agresiva, exudante, terrible en su aroma, una inquieta devoradora impensable. Quien se acerca no ignora, no puede ignorar, el despliegue de las piernas abiertas de la rosa. Sus espinas son apenas guardas falsas, aretes bobos, para asustar a quien no importa. El verdadero ataque de la rosa se da afuera, invisible a los embotados, atrayente para los efímeros.
La naturaleza, mujer ardiente, forja a los seres a su capricho, ella determina la existencia de los obnubilados, los atraíbles, los dispersos. Les ha hecho de tal forma que éstos ignoran su debilidad intrínseca, se creen fuertes, inmortales, poseedores. Cuando la rosa se abre, ellos afirman ver excitado su deseo –ilusos- se creen promiscuos, atacantes, conquistadores. Insectos. El dulce mariposa-macho penetra, bebe, se embriaga, retirándose al creerse satisfecho, cuando en realidad el deseo, la posesión, el abuso, los ha perpetrado ella. La rosa etérea.

jueves, agosto 18, 2005

Ví un par de cortos, leí un par de cosas, pensé mucho en los viajes, en Mongolia, en los otros que viven una realidad lejana a la mía. La francesita que está al frente mío tiene lindas manos, finas. Hice tacos, conocí a un amigo de mi hermano, hizo frío, esperamos una computadora. Mis pies están encerrados en un par de zapatos finos pero torturantes, hay posibilidades de dos películas, hay estreno de una peli-cómic. El primer corto fue de 15’, muy violento, unas cuchilladas sin moraleja, una violencia gratuita que no me dejó nada, el segundo fue una ternura, canciones de un chico que conozco, video stop-animation, sobre enamorarse. Creo que estos extranjeros que asisten a clase deben sentirse algo frustrados por el nivel, hay mucho de hablar sin decir nada, hay mucho pontificaje. Tengo ganas de algo dulce, desde los tacos que no como nada, y sólo puedo pensar en la zanahoria esa que mi hermana encontró en la heladera, la medimos y todo, medía 22 cm. de largo por 5 de diámetro, “como un caballo” “como un negro” como algo que nunca conocimos o no estamos dispuestas a admitir que conocimos. Me río, me pregunto cómo estaremos con mis amigas de maestría, seguro vamos a tomarnos un café en el recreo, yo no pienso volver, hay unas películas esta noche que no pienso perderme. Justo escoger estos zapatos para traquetear, un desastre. La francesita no es tal, acaba de preguntar algo en el argentino más acabado. Terminamos. Vamos al café ahora, Cechi otra vez con esa ropa, esos zapatos puntiagudos. Siempre terminamos hablando de tipos, mientras los compañeros nos miran, siempre está eso de que desean desean desean. Me comería un sándwich, de lo que fuere, pero sólo tengo para el café. Por suerte la película es gratis, alucino con tanta exposición gratuita, no podría bancarme esta ciudad sin eso. Uf, me duelen los pies, cómo diablos haré para llegar hasta el cine no sé, y volver. Mierda, todo por no tener medias limpias, sólo esas pegaditas al cuerpo que no soportan zapatos cómodos. La primera película es sobre Bolivia, una cantidad de emigrantes impresionante, también argentinos “conscientes”. Sobre Peace Corps, la esterilización forzada, Torres, la ayuda extranjera y el control de futuros guerrilleros. Sanjinés acabado, diría. Una pena no poder opinar, una abre la boca y le recuerdan que es mujer, que es menor, que en mi país no se habla, no se opina, se impone. No todos, pero casi, debería callarme. La segunda, estos zapatos y yo corriendo para hallarme con mi hermano y ver la segunda. Ciudad pecadora y estética blanco, negro y toques de color, violencia otra vez. Esta vez no es tan gratuita, pero sí artística. Joder con lo artístico, las mujeres eran todas putas, dueñas de su cuerpo, de su destino, no siempre dueñas de las armas que determinan su supervivencia, la voz en off no era uno de los mejores recursos, la expresividad del cómic de base fue un acierto mayúsculo. Me saqué los zapatos un par de veces, igual sólo me dolerán realmente cuando llegue al apartamento. No comí nada, a estas alturas es mejor fumar un cigarrillo, sino no podré dormir, y al carajo el día que se viene. Cocinar, comer, conocer mejor a la no-francesita que resultó ser del Paraná, todos los chicos detrás de ella, obvio, si con nosotras ya saben que o no funciona o ya se acabó. Porqué será que en todos los grupos terminan todos acostándose con todos, encima nadie habla de eso. Mañana, cocinaré algo sin carne, que se aguanten, no se puede manducar bichos muertos a diario. Está Chiche Bombón, quiero ver a esa mina actuar de beba grande, las fotos prometen, el texto promete. Espero que sea gratuita, ojalá no sea para poner el corazón contra la pared, sólo quiero imágenes inundándome la cabeza, hasta la siguiente vuelta, hasta encerrarse otra vez, hasta desear no vivir y sólo sumergirse en cortes de planos, en luces saltando, en esos rostros, en las voces que te retrotraen a lugares ocultos de la memoria visual. Mañana ya podré ponerme mejores zapatos, si el sol, la luna, el frío no me joden la ropa en el colgador. Ojalá.

lunes, agosto 15, 2005

Céspedes

Es que usted no entiende, Céspedes, no entiende y dudo que lo haga alguna vez: nunca comprenderá a una mujer corriendo tras una pelota. Menos si ésta es de cuero y anda avalada por la FIFA. Claro, usted me dice que una dama de sociedad no hace esas cosas, que el fútbol es de hombres y que, además, las mujeres deberíamos estar alejadas del deporte en general, no servimos ni de espectadoras.
En eso quizás le doy la razón, al menos en la familia no oí que alguna de nosotras hubiera visto jamás un partido. Pero que le dábamos a la pelota, a escondidas, pues es casi una tradición. Fíjese que mi abuela, aparte de fumar en el baño para que no la descubrieran, se mandaba unas campanas con la bola, entre cacerolas y guisados, que nos marcaron para siempre. Nadie lo sabe, pero mi madre tuvo que divorciarse por un gol que le hizo a su marido, de chilenita y con chinelas, en secreto entrenamiento que, a pesar de no haberlo visto nadie, lo humilló de por vida.
¿Y qué le puedo decir yo? Claro que se enojó cuando me vio correr descalza en aquel open-house, pero es que de mi madre lo aprendí todo; menos el poder esconder este imán que significa para nosotras una pelota. Menos mal que los tiempos han cambiado, y todavía puedo aspirar a un buen matrimonio a pesar de ciertos deslices sobre el césped. Fíjese, por lo menos puedo diseñar trajes claros que permiten correr sin perder el decoro, hasta pude meter alguna vez goles arriba de tacones altísimos… Lo que más nos temíamos, además, va en camino de resolverse. Quitarnos el sexo fue siempre la amenaza más potente, pero con las otras consiguiendo cada vez más derechos, nosotras podremos alcanzar esos placeres sin problemas, quizás alguna vez, sin coartadas. Y eso será pronto, así que no me recrimine más y vístase, Céspedes, que tengo un pastel en el horno, y en la mañana jugamos con las primas.

jueves, agosto 11, 2005

Diabolos

“Hay tres tipos de demonios”. Mi atención se vio repentinamente agudizada, una no se atreve a nombrar así como así esas cosas en la dimensión mundana. “El primero es mefistofélico, se alimenta de nuestra necesidad de poder, de nuestras ambiciones. Es el de Fausto, el del Orgullo, el del Saber”. Hasta ahí nada nuevo, recuerdo –sin nombrarlos- a los seres que entre las sombras te susurran la gloria. No los temo.
“Están en los espejos, en los metales brillantes, en las superficies oscuras”. Me dice, bebiendo atento, las cenizas cayendo mientras se concentra, recuerda. “El segundo tipo es más bien luciferiano, viven en nuestras pasiones, en lo sexual, en lo afectivo. Tan sencillo es vencerlo como caer en él, en ellos. Están detrás de los ojos de ciertas mujeres, en los sueños, en las imágenes, en los manjares.” Yo mientras tanto recuerdo a las estatuas, los perfumes, a los miedos. “Aman con especial deleite a los protestantes, a los castos, a los justos… nadie hay más vanidoso que aquél que se sabe justo.”
Dijo tres, sabemos, hijos de la modernidad, que el mundo ha dejado de tener dos caras. Me pregunto si volvemos para atrás. (Los del Medioevo, las mujeres que mastican coca, los chamanes saben, sabían).
“El tercer tipo es el ahrimático, extraño encontrárnoslo ahora, estuvo perdido desde las luchas antiguas. Guerrero poderoso, separó la Lógica del Lenguaje, la Luz del Sol, las Causas de sus Fuentes. Hasta hace muy poco, no podía hallársele en este plano de las cosas.” Hay un silencio, donde callamos los vivos y las máquinas murmuran. Heladeras, interruptores, teléfonos, ordenadores. “De pronto, tienen un lugar. De pronto, pueden vernos, y nosotros a ellos. La electricidad les ha abierto la puerta, su manifestación completa se da en los ordenadores.”
Primero quiero reírme, pero una serie de vivencias ficcionales me detienen. Pienso en Philiph K. Dick, en Arthur C. Clarke, en Isaac Asimov. Recuerdo a los genios encargados, en la niebla del tiempo, de cumplir nuestros estúpidos deseos. Pienso en los seres mágicos, pequeños, a nuestro servicio. Pienso en toda esa marea de inteligencias frías.
“Tienes razón” -le digo, rompiendo el zumbar sordo de las máquinas, rodeándonos- “ ya quien habló en el Necronomicón sabía: no todos los demonios se alimentan del calor de nuestros cuerpos, de nuestras pasiones. No sé si temer.”
“Nunca supimos con precisión qué hacer con los demonios” –sonríe- “pero tampoco sabemos qué hacer con nuestra especie.”
La noche, otra vez, caía.

sábado, agosto 06, 2005

Anciana


Mujer trabajando
Originally uploaded by el_forastero.
Ella estuvo siempre ahí, la recuerdo desde mi primer visita a la ciudad dentro del valle. Un cuarto que funciona como lecho, living, espacio y cocina; lava su ropa en la calle y nos mira pasar, no habla. Algunos dicen que este refugio pertenece a una anciana eterna, que permanece a través de las soledades. "Sácale una foto, tú que sabes". "Sólo si te acercas, sólo si le hablas". Nunca quise romper el hechizo, como nunca me atreví a contestar un teléfono público sonando, como no me atrevo aún a mirar a un hombre a los ojos. Temo que la historia se rompa si me meto, temo que las historias me rompan si las siento. Ajena a la modernidad y a sus vaivenes, ella permanece en mi recuerdo. Gracias, forastero por permitirme mirarme desde lejos.

jueves, agosto 04, 2005

miedo

Me preparo. Lentamente, con aceites, perfumada, entre cortinas. Ante mí, mi otra yo: me mira, preguntándonos. “No tengas miedo” me-le digo “Ah, pero siempre hay que tenerlo” me susurro.
Lo sé, no me desmorona saberlo. Me reviso, la piel tersa, las uñas azures, la boca tiza. “Aùn falta” me dice mi otra yo, collares, pendientes, adornos, encajes, cabello. “El estado del corazón es el que me preocupa” me-le digo. “y el de las entrañas” me-me dice, los ojos brillando.
Está oscuro y tibio, no se avizoran hombres-pájaro, tampoco lobos. El bosque está limpio de ausencias, los brazos no abrazan. “¿Tus manos?” me pregunta mi otra yo “¿Tus sueños?”.
No sé si estoy lista, no sé, simplemente.
Las historias, los celos, las tristezas, la Dama Sola Silente, las lunas, las noches, los días, las ambiciones. Todo un orden, todas las vidas, todos los hombres.
“El problema” ¿me, le digo? “son los hombres, él es un hombre”. “Eso son excusas” me- me digo, me- me dice. Sola, frente a mí, me miro.
No se aún si abriré la puerta.
(invierno)