viernes, septiembre 14, 2007

y van tantos años detrás de esto

La cerveza se desliza a través de las encías, dejándote un regusto amargo, que contrarresta de modo peculiar el calor de tu cuerpo y las desidias de tu noche. A veces, una cerveza era saber llegar a tu piso blanco de paredes rojas, abrir un litro en la heladera, lager o stout, y bebértelo con fruición, con sed incontenible casi, envuelta en el calor y la humedad del ambiente, antes de cocinar o poner música. Otras, supo ser aquella heineken dulzarrona en un bar en la esquina del mar negro, la luna rara mirándote desde el costado erróneo, tú mirándola a ella, consciente de estar así, contra el viento, mirándola desde un ángulo hasta ahora impensable. Y también, la dulce lager roja que se consume en un jardín antes de una fiesta, la de siempre, ante los amigos, que se bebe de a sorbos, mirando tú la barra, consciente de que sólo en esa geografía beberla implica no negarse al tiempo, no aspirar a verlo pasar sino verdaderamente vivirlo, de cerca, el tiempo pegado a ti como un aliento, como una respiración acompasada y breve, cerca, siempre cerca, porque en otras geografías, con otros acompañantes, la cerveza es apenas un líquido que te des-arruga el ceño y/o el extrañamiento, y no es ese veneno, ansioso y breve, siempre breve, que te depara el sabor de aquélla, la cerveza nacional y tuya, que en tu lugar confirma y pasa, pero no se diluye, no se escapa a ser lo que es, y nada más que sólo, todo esto…

jueves, septiembre 13, 2007

la luna sabe

con ojos alunados, ambas, nos observamos.

Ella sabe leer en mi mirada aquello que.

Yo supe siempre leer en la suya eso para.

Y ambas
Tanta tenue complicidad, tanto urgente mensaje transmitido.

Ella, que sabe. Yo, aquí, segura


Así las noches.

domingo, septiembre 09, 2007

Otra vez septiembre


Es una zona delimitada de la ciudad: una avenida larga que confluye con otros puentes y avenidas en la recoleta. Desde que me he sabido parte de estas calles, las recorro, y sólo cuando los jacarandás gritan en flor y cae la primera lluvia, me doy cuenta.
Estoy aquí, ha pasado un año, el olor a tierra mojada me hace viva. Yo soy siria y ucraniana, soy chaqueña y de las sierras, y quizá en todas mis geografías esté presente la misma sed: la de la primera agua, la gota que rompe e inicia el ciclo de la vida y las cosechas.
La alegría que me recorres es eléctrica, apenas comparable a la franca sonrisa de mi abuelo, que con su oido fino de hombre de campo, se alegraba también por otras tierras: "está lloviendo para el lado del norte, mi hijita, y qué hermosa lluvia es esa!" o "viene agua del sur, ojalá alcance hasta nosotros" Mi abuelo, que solía refugiar pajaritos en sus botas cuando los temporales, me sentaba en su regazo a describirme lluvias, direcciones, vientos y persistencias. Y si algo, tenaz, me sorprende en septiembre, es ese regocijo, su alma en mi alma que susurra, feliz "está lloviendo..."

martes, septiembre 04, 2007

Eso de la bloguivianidad

No voy a decir mucho, porque me encantó conocer a todos. Lo divertido: Míster blogger Fuzzy

La revelación: María Escándalo Blogstar, ni qué decir de los urbandinos ya antes mencionados. Animal de ciudad hace un gran resumen. Mi bloguero desconocido: Mario Ronald Durán Chuquimia, el padrino. Y todos uds. Las ponencias serán debidamente documentadas en Blogsbolivia y cada uno de los nuevos bloggers ya está recibiendo saludos en los respectivos blogs, es que no tengo tiempo, me voy en una hora y éste es el último post desde Santa Cruz, gentileza de la compañía de la roba corazones on the road
los dejo con el post a iniciativa de pandemonium. (ps: roxanita, se portó muy bien el terrorista) jiji
salud pues

L@s bloguer@s de Bolivia, reunid@s en Santa Cruz, nos declaramos BOLIVIAN@S por encima de cualquier otra etiqueta, comprometid@s con la PAZ y la FRATERNIDAD y determinad@s a hacer todo nuestro esfuerzo en pro de la ansiada CONCORDIA nacional.

asistiendo a la llegada del amor

Me estoy preparando para el amor. Estoy aquí, casi quieta, acomodándome para el amor.
No hay flores en mi pelo, pero fulge una gota desnuda, que perfuma mis muñecas. Las piernas cruzadas, las manos en el regazo: ¡Estoy sentada para el amor! atenta, como un animal dormido bajo una luna tibia, robando cada gota de aire, avizorando cada espacio de cielo, esperando a ver la llegada del amor. Como la madre que supo, antes, el momento del quejido. Como quien, súbita, se apresta a recibir lo ya otorgado, la lluvia que se acerca, la marea que sube y se desplaza, la flor que brota y explosiona a darse. Como la violencia previa, sí, pero también como la tiesura de la estatua, un segundo antes de abrir los ojos, un momento antes de mirarte con sus ojos de piedra para saberte tan vivo como ella, tan al revés de ti, tan eterna que tu pequeña vida parece entonces inmóvil ante su mirada larga, como un instante antes de otro instante. Atenta al momento previo, aquél al que se asiste, a la hora azul de contraluz. Hasta que el amor rompa, y surja atrás del horizonte, como el primer rayo, la primera cosa iluminada.