domingo, enero 28, 2007

hay nardos en el piso


Hay nardos en el piso. Cuando entras lo primero que ves son sus formas blancas, bulbosas, y ahí te golpea, el olor, el poderoso perfume de los nardos en el piso. Por un momento parpadeas y los nardos se multiplican, se hacen más grandes a medida que el olor invade tus fosas nasales, y a ellos, a los que tiemblan, pesados, en el piso, empiezas a añadir todos los nardos que alguna vez contemplaste y percibiste, con la nariz y con el ojo, con los dedos y la piel sedosa de los brazos, mientras los cargabas, en ramos enormes y frescos, desde el mercado de colores hasta tu casa, saludando a la gente, esmerada en no soltar el abrazo de los nardos, de transportarlos, cuidadosamente, de no dejar ninguno en el camino. Recuerdas, como en un espejismo, los floreros, jarrones y vasos largos donde supiste colocar los nardos, tras limpiar los tallos y cambiar o llenar de agua el recipiente, excusa-base para ellos, los nardos, que procurabas tener cercanos a la nariz para que el mundo se poblara de sus blancos pétalos, las caras de quienes te apreciaban transportándolos apenas un resabio del transcurso luminoso entre el balde de donde los compraste y tu casa, los nardos, siendo transportados mientras gritaban su perfume, avisando con su rastro que eran transgredidos, movidos aleatoriamente, desde su pasado simple de campo y nardo todo uno, hasta ahora, hasta el florero base, excusa apenas para mostrar al señor y dueño de la situación, el nardo que no se deja derrotar por tanto trajín y correteo y se yergue desafiante, el perfume al viento, los pétalos aún tersos, a pesar de los días inmóviles, al sol, a la sombra, escuchando tanta alabanza contenida, defendido detrás de su perfume. Al final, aunque no impotente, se deja, decae, descienden sus capullos erguidos, los pétalos aún blancos, el perfume más pungente si cabe todavía, el decaimiento feroz en lucha de aroma a nardo, y la batalla se va perdiendo, van capitulando las cabezas de nardo, se tiran kamikazes al piso, se magullan, los pétalos ya no tan lisos, el perfume aún presente, recordándote desde la puerta que el florero de la izquierda tiene nardos, que hay nardos, que los nardos existen, en el piso, que hay que volver, reemplazarlos, comenzar todo de nuevo.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

porque hay q caer para levantarse...

y levantarse para dejarse caer...

hermoso fractal q me has traido... y solo puedo oler a nardos,

naturalmente

Mar dijo...

:)

Anónimo dijo...

¿Pungente", che?
Vaya palabro que te escogistes,,,

Voy a ir a la presentasion de tu libro. Haber si es cierto que estás tan fuerte como dicen las malas lenguas,,
Si es cierto te compro 5 resetarios.

Mar dijo...

ven pues...

Anónimo dijo...

qué grande,,,
cómo se tiene fé alguna gente.
eso le hase falta a este país, fe,,,,
y chicas lindas que escriban tmb

gua ir,,,
me vestiré de un color pungente, pa´ diferensiarme de otra gente

Anónimo dijo...

nacer para morir, no es nada.dejar una huella. aunque sea un leve perfume que recuerde tu existencia, eso sì es peresedero

Oscar dijo...

Hola, que lindo saber del nardo por vos.-
no te conozco, ni me conoces, pero un nardo puede recordarnos a los dos.-
"la cuerda tensa... en la flecha el premio: Tu corazon"

Mar dijo...

gracias oscar...