miércoles, septiembre 10, 2008

Curry

Curry.
Yo tranquila, cocinando, y se me ocurre usar curry. No, no te la creas. Está todo bien, yo estoy bien. Dormí pesado y no soñé contigo. Ya nunca sueño contigo. Todo porque sólo había pollo en el congelador, pierna y contra pierna. Odio el pollo, aunque sea versátil, aunque se le pueda poner todo tipo de condimentos y haya más maneras de prepararlo que de hacer el amor, en serio. Si hubiese conejo de Castilla no me pasaría esto.

Es que también había manzanas. De esas pequeñitas y rojas, para comer en dos bocados, semilla, piel, toda, entera. Entonces; pollo al curry, no me quedaba otra. Y todo estuvo bien: flamenco en la radio, arroz con ajo y sal, pollo —primero descongelado, luego dorado en mantequilla y aceite de maíz— cebolla en rodajas, azúcar, manzanas peladas y en trozos, singani para levantar el caramelo. Hasta que tocó: añadir curry en polvo, mezcla de cúrcuma y otras especies dulces e imprecisas. Condimento amarillo. Se consigue en cualquier supermercado. Peca de olor, de olor inconfundible.

Menos mal que al añadirlo, junto con la sal y la canela, no faltaba más. Cuando el vapor me golpeó la nariz, no hacía falta tocar más esa olla. Y menos mal, hubiese tenido que tirar todo a la basura.

Y no me digas que no es tu culpa, fue tu idea llevarme a ese chiringuito hindú, antes de que te/me fueras, para encontrar a tus futuros compañeros de trabajo. ¿Te acuerdas? Cebolla, mantequilla, huevo, curry, yogurt blanco, picante cítrico de ajíes y cáscara de lima. Arroz con ajo y sal. Te quedó la boca amarilla, y amenazaste con limpiarte la boca entre mi cuello y mis senos, embarrarme entera. Y lo hiciste, mal nacido, lo hiciste, mientras yo entrecerraba los ojos, y suspiraba quedito, envuelta en ese olor, aspirando apenas, sin tocar tus rizos, sin pasar mi mano por tu espalda, sin atreverme a nada, no fuera a interrumpirte.

5 comentarios:

Mar dijo...

y naco... cual es la dirección de tu blog?

Anónimo dijo...

Pero qué barbaridad, hija...Abuelita siempre hacía el pollo primero (semi) dorado en aceite y sólo después dorado en manteca.
Imperdonable.
Pero bien dices, hay tantas maneras de hacer pollo como de hacer el amor. Quizá los aceites hayan cambiado y sus temperaturas también...como en el amor, caramba.

Besotes mil, guapísima ;-)

Mar dijo...

Imperdonable! menos mal que abuelita no me alcanzó con un desatino... mi abuela me castigaba por esos desmanes, expulsándome de su cocina... un abrazote Nfer

Paola R. Senseve T. dijo...

Me encantó tu texto Marianita...

Es pues el olor el sentido más ligado a la memoria. El olor, los abriles, la luna...recursos viejos, pero infalibles.

Besos.

Mar dijo...

Pao! qué gusto verte por aquí, y tienes razón, son infalibes...