La veo pasar de reojo, atisbándola, por la periferia, como la sombra de un gato que al pasar está ya en otra parte, a pesar de haber estado antes, aquí, tan cerquita.
Su paso fugaz resume toda su manera de estar en el mundo: sé que está aquí, disimulo haberla visto, (me comporto exactamente como lo haría ante un duende o un fantasma tímido), me hago ciega-sorda-muda a todos los atisbos de su posible presencia. Sino, se irá. La inspiración. Tan fugazmente como había llegado.