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Dentro de mí no puedo respirar. Algo se me envuelve y atraganta entre el vientre y el estómago. Gira, pesado, me fatiga el habla y la respiración, me hace lenta. A veces intenta salir todo de golpe, como un mareo, otras, parece aposentarse, decidido, en el fondo del estómago. Al final, regurgito una hebra fina, delicada, por la comisura de mi boca: está hecha de palabras. Con ella tejo mis mañanas, y equilibro, cuidadosa, cada uno de mis puentes, ésos que me conducen de un sueño a otro, sin caer, sin retenerme. Como Clarice, la otra araña, construyo, urdo mi tela. Concibo cada una de sus frases. Sus perladas esquinas. Sus estructuras sólidas. Camino, así, sobre mí misma, falta de aire, en los ocho ojos todo comprendido. Como Lispector, la otra que teje, suspendida.