Y pensar que estoy muerta, muerta de sueño en este desierto. Harta de
comer poco y mal, de dormir peor, de no sentir cerca de mi piel más
que el duro olisqueo de los perros guardianes. Ya sé que dicen que no
hay que quejarse, pero me quejo. Me quejo por la impunidad, por los
odios, por la sed, por esta mi suerte de meterme a guerrillera cuando
no aspiraba a tanto. El viento ha pasado de ser arena a ser una suerte
de polvillo fino, las botas se secan solas y mis pies cuarteados me
preguntan si no será posible animarse y descalzarse, para enfrentar
mejor el desierto de mi tierra. La nuestra es una batalla triste,
aunque no amarga. Se enfrenta al mundo desde las penas que empujan al
orgullo, desde el silencio que impusieron otros. Ya van quince años
desde que decidimos gritar y levantarnos, pero son apenas un suspiro
cuando pensamos en los siglos en los que vivimos soterradas. Desde mi
cueva excavada en la montaña, recuerdo la exacta fecha en la que me
interné por el desierto, buscando a mis mujeres: tenía quince años y
acababa de conocer la sangre de las lunas.
Triste es empezar hablando de mi misma, cuando somos tantas las que
escogieron levantarse. Pero una mujer debe comenzar afirmándose ante
el mundo, gritando aquí yo soy, para que nunca más nos escondan en el
subgénero y la segunda clase, la masa mujeril tantas veces acusada de
débil, para que fuese siempre ciega a su inagotable fuerza.
3 comentarios:
No hay mayor fuerza que la inteligencia bien empleada ni mayor belleza que la de una mujer que se entrega libremente.
También los ideales son buenos amantes.
los amantes... creo q ya escribi sobre ello...
http://mardesierto.blogspot.com/2005/07/soledad.html
lo q pasa es q aemaeth ya es de la generación nueva... no hay q pelear con esa "breed" ;)
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