sábado, marzo 11, 2006

pequeño cuento de terror a las diez de la mañana

Toda la noche soñé contigo. Entero, hermoso, como siempre pude verte. Eras tan fuerte que no te permitían jugar con los otros porque podías hacerles daño, tan especial que podías volar, y cómo lo hacías. Comenzábamos el sueño conmigo dispuesta a saltar, a dejar la cama para salir aunque estuviese durmiendo, con ese nervioso corazón que te esperaba y tú también, con “eso” haciendo eco ligeramente en tu voz. Después, el clima alrededor se hizo frío, apenas luminoso. De la nada tus problemas empezaron a aparecer y en los sueños los líos se hacen tramas, armas, imágenes feroces: tú querías cortarte los brazos, las piernas, cortarte y abandonarlo todo, vender tu alma y recostarte a amar a otra, alguna que deseara estar contigo, nunca yo, yo condenada a mirarte porque era tu amiga, acompañando lo que fuese aquello que te hacía tanto daño, despertando para sentir que nunca te había mirado tanto, amado tanto. Y de pronto, tu suicidio. Yo llevaba trenzas y me había peleado con mi padre por ser desconsiderado al opinar sobre tu muerte, cuando en realidad y como siempre la equivocación era mía por malinterpretarlo. Serenas, fumando en un salón cerca de una piscina que antes no existía, mujeres me explicaban que primero te tiraste a la piscina sin avisar a nadie y que te sacaron, que ya hacía un par de días que estabas inestable, que te encerraron en un cuarto para serenarte y tú... aprovechaste algún descuido para acabar, ahogado y fuera de esta vida. Entre mis lágrimas, atiné a balbucear, con esa lógica del ensoñar, que alguien al menos te había sabido mirar con ojos llenos, alguien que te deseaba en las noches y quería entender todos tus tiempos. En mi arrebato no supe detenerme un segundo y observar, segundos antes de la opresión en el pecho, del agitado abrir los ojos, que en el fondo...ya había aceptado tu muerte. El despertar se me hizo paralizado, imposible por su inercia, desde ese entonces.

4 comentarios:

Indigente Iletrado dijo...

Siempre me ha resultado curioso como la voluntad de la muerte puede ser más consistente que el instinto innato por la vida en todos nosotros.

Mar dijo...

eres toda una sorpresa indigente, saludos... (la muerte es la otra cara)

Anónimo dijo...

mierda qué bien escribes.
digo qué buen tramo el de tu inconciente a tu teclado y viceversa.
triste...una congoja muy fuerte y alegre por sus colores de muerte y amor. justo están pasando Mar adentro en la fábrica... rudo no?
tqm

Mar dijo...

esa peli es buena, me pareció de trama simple y directa...mar adentro... miri qué lindo verte, tqm moi aussi