Ayer, por fin, logré conciliarme con el sueño. Tengo un fantasma en casa que juguetea con los periódicos y se para ante mi puerta, todas las noches. En vano me repito esa letanía boba de que “nadie” puede estar allí afuera. Es un caballero y me respeta, nunca entraría a mi cuarto. Pero en su insistencia de velar mi sueño, consigue desvelarme. ¿Quién es? ¿Acaso es mi abuelo, urgido de salvarme, cuando yo ya me abandonaba? ¿Acaso mi tío, recién muerto, apegado lealmente a la casa de mi padre? ¿O soy yo misma, exorcizada, liberada en capucha y bigote fino, hecha materia de tristeza?
Quizás abandone esta fase de mi vida sin saberlo (tantas cosas que no sé). ¿Cuándo lo haga, seguirá él mi camino? La experiencia me lo niega: duermo bien en todas partes, menos aquí, en esta mi cama.
Impotente es una frente a lo que se desconoce, de sí misma y de su entorno. A veces, sospecho que él se alimenta de mis emociones. Puesto que ya no soy (ni seré) desgraciada, bebe de mí eso que me marca –aunque en el proceso sabe a veces robarme, también, el sueño– esos tres sentimientos con los cuales nunca más me he podido aburrir. Quizás él ha sabido degustarlos, como mi olor, como la percusión intermitente de mis pasos, y ya no sabe vivir de otra cosa. No está hecho de ellos, ¿o sí? ¿Puede un fantasma conformarse enteramente de tristeza, amor y agradecimiento?
5 comentarios:
un saludo desde mi noche a tu sol de mar...
saludo q se corresponde hacia tu noche, como el sol y el mar hacen...hola ganjartek
parásitos astrales,
te chupan toda la energía
y están sólo en algunos lugares.
un fantasma astral?
un abrazo amiga, dulces sueños.
quizás deba preguntarle al fantasma aquello úlitmo que pregunta usted.
un gusto estar por aqui...
mis estimados: flaca, qué onda parasitaria te influye? jajaja, hola t-bone, un honor como siempre...
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