Entre muchas, variadas, posibles, formas de lectura, creí haber conocido todas:
Aquella de quien espera el metro, el tren, el subte, y continúa a duras penas la lectura, apretado entre otros cuerpos distraídos a su manera, suspendido entre territorios familiares y demandantes, incómodos si cabe.
Aquella lectura diametralmente opuesta: lujuriosa, cercana al tibio sol de la tarde en el diván o espacio mullido favorito, acodado, echado, con el libro en alto y el cuerpo laxo, la mirada absorbida en el papel.
Aquellas intermedias, con sofás, asientos, mesas, lámparas de luz intercediendo.
Aquella acompañada, que se realiza a menudo en voz alta y que nos enamora desde chicos.
La desesperada, donde avistas a cualquier hilera de letras ajena a lo que estás haciendo: una página web abierta mientras haces la limpieza, un periódico en otra mesa del café, las hileras de libros que escaparán para siempre a tu lectura por que existen más de los que puedes aprehender, tú mirándolos, leyendo sus tapas ávido, sufriendo.
Todas. En la tina, en el campo, en el parque, en la mañana, en la noche, al filo de la tarde. Todas.
Y aún, obviaba unam amor, similar a la de leer para esperar(te).
Leer, pues, para sentirme acompañada, para llenar, aquilatar, tu ausencia.
4 comentarios:
leer para gozar(te)
te leo!
ayer y el dia anterior te lei entera!
besos
q lindo! me alegro q te guste hermana, un abrazote
estoy estrenando casita...
pasa cuando puedas...
muack!
en la paz?
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