sábado, abril 28, 2007

No puedes dormir

No puedes dormir, ella ya sabe que la estás mirando, aunque finge estar dormida, su respiración acompasada ha cambiado de pulso, de intensidad, puedes percibirlo bajo su escote rosado. Atenta, algo molesta, te escucha entrar, sentarse a su lado en la cama grande –tan parecida a la que compartieron alguna vez-. “No puedo dormir” le dices, y al decirlo te retrotraes, vas hacia atrás, recorres de nuevos sus caderas marcadas, sus ojos fieros, tan verdes que duele. Febril, repites, “no puedo dormir” seguro ya de que te escucha, percibiendo tu silueta igual, similar o idéntica a aquella, cuando te inclinaste sobre ella la primera, fogosa vez, en que la buscaste en tu propia cama.

Pero esta vez no es ésa. Mucho ha pasado y ella está genuinamente exhausta, ajena a tu deseo de cura arrepentido, de hombre escondido tras sus estudios, sus misas, su tequila barato. Cambias de táctica, rozas su brazo terso, aprovechas su duermevela y velas, concilias, tu tono intenso, lo disfrazas de urgida, genuina preocupación. “Cuéntame porqué hemos vuelto” le dices.

Y ella, resignada, entera en un suspiro hondo que la saca definitivamente del sueño, decide empezar, explicar, decirlo todo Mikele, esta vez, por el principio.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

este es un relato turgente

besos

utópico dijo...

me recordo a una cancion de Pablo Milanes (Para Vivir). Denso.
Saludos.