lunes, agosto 27, 2007

mi suave espejo negro


Cuando duermo es cuando ella mejor me sostiene. Atenta al lento fluir de mi soñarme, se desliza, límpida, debajo mío, detrás de ese cristal aterciopelado, brillante y terso, que separa su mundo de mi mundo, su alcance de mi alcance. Idéntica a mí, pero más bella. Más etérea, un tibio fantasma hueco, persistente bajo mi aliento. Susurra, y a veces, insiste. Mientras en este lado el fulgor azul de la pantalla me pierde, alimentándome de imágenes, opacándome y develándome la vida, ella sonríe. La escucho, detrás, como quien te invita a salir del cine hacia la cama, sin permitirte darte vuelta, ni adivinarle el rostro apenas iluminado por el cinematógrafo. Podría dejarlo todo, dice, abandonarme de una vez al otro lado. Descansar para siempre de la dolorosa belleza de lo vívido. Ir con ella, incorporarme, estrellarme y hacerme una dentro, para siempre. Olvidando, con ese alivio, aquello que supo estar allí, una vez, al otro lado, de mi suave espejo negro...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muchas felicidades por el premio en la feria del libro.

Era solamente cose de tiempo hasta que se te reconociera como una escritora y poeta.