Tengo una idea del mar que se reduce a los diversos azules y relieves dentro del celuloide, armado en mi memoria a base de comparaciones y recuerdos de horizontes blanqui-azules, salados, fríos y tibios, de un par de orillas donde me he zambullido y zarandeado en los dos costados del continente.
Tengo una idea más difusa aún de los territorios que bordean el Pacífico y el Atlántico, reducidos a una serie de clichés televisivos y a una impresión brumosa, producto de las horas de andar revisando mapas y nomenclaturas en mi, atribulada, cabeza.
Cuando me hablan del mundo, mi mente escucha la lluvia incesante de datos que conforman mi experiencia.
En cuanto a las relaciones intra humanas, mi comprensión va amoldándose: dentro y fuera de mi cuerpo laten todos al unísono, debajo de los 37º C que definen la cálida masa amorfa que constituimos.
Y aún así, con toda esta confusa serie de imaginarios en mi cuerpo y mi cerebro, dicen que soy una persona seria y coherente, de la que se pueden esperar sensibles opiniones sobre lo que nos rodea y acontece.
2 comentarios:
...por suerte, algunos sabemos que debajo de esa sólida imagen de persona seria y coherente, sobrevive saludable un ser humano espontáneo como un niño, vital y tan sincero que es capaz de decir a quien jamás vio, en respuesta a su "¿cómo estás?" : "muero de sueño, quiero dormir"
Nunca cambies, hija...
Besos!
:)
hermosa! ni qué decir de vosse, que me abriste la puerta bostezando y muerta de risa... jeje
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