jueves, mayo 11, 2006
Días Antes
Tras el ruido del ascensor al cerrarse sólo queda la nota oscura de sus pasos en el corredor. Abre la puerta con un gesto cansino, aún se reflejan en el los sucesos del día, del afuera. Va dejando caer su ropa mientras ingresa al apartamento. Cuando encuentra la botella de vino semivacía ya solamente le restan las bragas y una blusa ligeramente rosa. Con una copa en la mano se reclina perezosamente el sofá, estirando y admirando sus piernas, que a esta hora de la tarde brillan de un modo parejo, apenas resaltando la tenue cicatriz del muslo izquierdo. No va a pensar, no va a pensar ni recordar nada, durante al menos media hora. Porque lo que tiene por delante es enorme en su continuidad y dejadez, porque ya se ha embarcado en ello y no hay vuelta que darle. Sólo el frío de la madrugada logrará despertarla: otra vez se ha quedado dormida en el sofá y sus bellas piernas se estremecen, no teniendo quién las cubra después de que su dueña haya caído vencida por el sueño. “Hay que ir a buscar a Mikele” se dice, cuando sus enormes ojos verdes se abren a la luz. Aún estremecida, se levanta para enfundarse en un vestido rosa, gris en ésta, la hora azul del día. “Seguro llueve en Barcelona” se dice, antes de abandonar el apartamento frío, lleno aún de los sonidos de la noche, a los que se mezcla, ahora, el ruido sus pasos, y de un ascensor.
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3 comentarios:
ecos de noches repletas de vinos.
un abrazote mujer...
no se me pierda, yo no me perdí!
aquí estoy.
hermanaaa estaba quejándome de vos, me voy mañana y por el próximo mes no sé qué pasa y qué no... te escribiré
hermosa!
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