Un ratón duerme abrigado entre mi ropa. Cuando abro el cajón, salta desesperado y se escurre hacia la cocina. Todos sabemos lo que eso significa: es tiempo de mudanza. Pronto las macetas de mi madre se apiñaran junto a mis cajas de libros, y partiremos sin mirar atrás. Tenemos miedo, pero, como el ratón, más tememos esperar a que los eventos nos alcancen.
Miro mi rostro en el espejo, y sé que no es el mismo. Aún, sin embargo, no lo reconozco como el que será (así pasa siempre, cuando todo alrededor cambia).
No soy la única en partir. Hace días que pergeño y borroneo cartas de despedida para aquél que se me va. Como mi rostro, las líneas son indecisas, y tú no recibes nada.
Acepta esta disculpa. Cuando vuelva de la bruma sabré decir y desdecir aquello que deba ser pronunciado, si retorno
7 comentarios:
:)quien avisa no traiciona...
las despedidas, los olvidos, las partidas, están llenos de memoria..
Un saludo....
estaba por no publicar un comment la verdad, porque esto de las partidas ya me da flojera... además de que en alguna medida extraño, como dice la ale pizarnik, extraño ejercer el oficio de recién llegada.
qué fácil es partir... lo difícil es quedarse, ya lo hablamos jermu, te acuerdas?
bueh, en fin... mirá que churo el verificador de palabras:
damieiss
damieiss! un buen nombre no?
saludos ganjartek!
saludos.
Quedarse no es tan distinto de partir, y de algún modo, siempre ersta una por llegar...
Un abrazo entrañable
Hannah
saludos hannah!
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