Leyendo a Violetta
traigo aquí este texto:Cambio Mi Corazón Por Un Par De Alas
No sé,
se me da muy poco que un hombre pueda mirarte a los ojos como
si fueras para él un milagro o
como si sólo fueras un cuerpo entre los otros;
que sepan acariciarte hasta el gemido o
que cuando lo hagan sientas en el cuerpo un papel de lija.
Menos importancia le doy al hecho de que
amanezcan como gatos acurrucados en tu cama o
a que dejen un hueco como señal de despedida.
Soy capaz de soportarles un ego del tamaño de un campo de fútbol;
¡pero eso sí!
–y en esto soy irreductible-
no les perdono,
bajo ningún pretexto,
que no sepan volar.
Si no saben volar
¡gastan su aliento los que pretenden seducirme!
Esta es
–y no otra-
la razón de que me enamorase tan apasionadamente de Lucas Santiago.
¿Qué me importan sus ojos como perlas y sus recelos insidiosos?
¿Qué me importan sus rodillas torcidas y sus silencios de tiempo inacabado?
¡Lucas Santiago es un ser alado!
Desde la mañana vuela del dormitorio al comedor, de la cocina al balcón.
Vuela cuando se despide, cuando llega.
Vuela haciendo sus cosas, sus placeres.
¡Cómo esperaba yo verle, volando de algún concierto en los alrededores!
Allá lejos, perdido entre las nubes, una mota oscura.
“Lucas Santiago!”… y a los pocos segundos,
ya me envolvía con sus brazos alados, para llevarme, volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio planeamos una caricia que nos aproxima al paraíso;
durante horas enteras nos anidamos en una nube, como dos ángeles,
y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta,
el aterrizaje forzoso de un espasmo, de una carcajada.
¡Delicioso tener un hombre tan impredecible…
aunque me haga ver, de vez en cuando, los planetas!
¡Voluptuoso pasarse los días entre las nubes… las noches en un solo vuelo!
Después de conocer un hombre efímero
¿puede pensarse en algún tipo de placer de cualquier tipo terrestre?
¿Verdad que no hay una diferencia sustancial entre vivir con un caballo o
con un hombre que tenga el pito a ochenta centímetros del suelo?
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de un hombre pedestre,
y por más empeño que ponga en conseguirlo,
no me es posible sino cambiar mi corazón por un par de alas...
sin tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando.
Córdoba, 7 de abril, 2005
4 comentarios:
;)
En realidad, sólo como especie voladora tendremos futuro: ni el planeta ni el sol son eternos...habrá que migrar.
Bueno es entonces que haya especímenes hembras que marquen ya esa evolución ;-)
y hombres querido icaro, y hombres
Pero ¿por qué lloras, Agathos...? ¿Y por qué, oh, por qué se abaten tus alas mientras pasamos por encima de esa hermosa estrella, que es la más verde y no obstante la más terrible de todas las que hemos encontrado en nuestro vuelo?...
Poe (El poder de las palabras)
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