miércoles, octubre 19, 2005

De las imprevisiones a la hora de pagar en un banco

Lenta, minuciosamente, Amalia trenza su cabello. Con histeria, con perfección, con rabia creciente, trenza y destrenza hasta que sus brazos le duelen, hasta terminar con la indomable mata de hebras negras y tupidas que son su cabello. Se mira en el espejo, envuelta en su furia, casi no recuerda porqué está hace cuatro horas frente a la luna que es el espejo. Parece la Gorgona, parece las amantes que el horror ha encrespado. Parece una escoba bruja, negra y de metales escondidos. Cuando la tijera empieza a cortar, el ritmo y el sonido recuerdan a las aves de Hitchcock. Pelada, su calva le otorga una belleza salvaje, el pelo esparcido en el cuarto vacío asemeja una turbia maraña de hormigas de hileras rotas sierpes de lúdicas e insidiosas arañas. Bufando aún, Amalia se pinta los ojos de negro espeso, las uñas de rosa triste, la boca de azules-plata. No satisfecha, no calma, desnuda como está, temblando desde hace seis horas, se saca uno por uno los tatuajes, que caen entre jirones de piel también negros, también rojos, y goteando. A las uñas de sus pies añade polvo de oro espesado con bencina. A los talones les añade espuelas y sobre ellos pisa los tacones. Antes de salir, a todo el apartamento le prende fuego. Para terminar de reírse (¿Es que reía antes?), añade gotas de perfume a cada una de las cicatrices de su pálida, hermosa piel. Entre el humo y el crepitar coge al vuelo un vestido malva, delgado sobre sus huesos finos. A la salida le espera un carruaje alado de caballos en sombras. Se ha olvidado las pestañas, pero acaso logrará encontrar otras en el transcurso del viaje.

Aquí termino, Amalia se niega a existir esta historia. Estoy de acuerdo con ella: conmover a los humanos es como haber hecho cola para pagar en el lugar equivocado. Toda la buena fe del mundo no basta para el ridículo de darse cuenta que una se ha ganado el lugar- paso a paso, persona tras persona, paciente turno tras turno- para contribuir a donde no la llaman. Nada basta.

1 comentario:

Feju dijo...

simplemente hermoso y me ahorro las divagaciones para mi cama.