" El proceso de escribir es una cosa misteriosa. Primero, uno tiene
que sacarse la cabeza y ponerla cerca de la ventana, para que le dé el
aire mientras observa cuidadosamente las ideas que van saliendo de las
manos. Segundo, hay que cuidar que el vapor de las cacerolas no le
llegue, porque eso no es aire, son mil olores recargados que tiñen y
distorsionan el trabajo de las manos. Las manos son siempre las
mismas. Cuando hay que preparar una historia, lo mejor son los días
con sol escondido, la luz es difusa y el aire penetra todos los
rincones, sin por ello hacer que la cabeza en la ventana tambalee.
Cuando se pueda escribir, se recomienda cerrarle los ojos a la cabeza
y abrirle las narices a la imaginación, hacer oídos sordos a los
fantasmas de la calle, dejar a los pies apoltronados contra cualquier
objeto de cuero y/o gamuza. Un poco de saliva en la comisura de los
labios no está nunca de más, porque marca la diferencia de los vientos
y humedece las palabras, eso sí, nunca se debe intentar el rayano acto
de escritura cerca de cualquier fuente de inspiración autoproclamada.
Esas generalmenten vienen envueltas en demasiados colores y lo único
que hacen es distraer al cuerpo que sostiene toda la estructura, de
modo tal que las manos terminan rascándole a la nuca su punto de
equilibrio, terminando todo el proceso con otro escritor suicida por
los alrededores."
Cba, abril 2005
3 comentarios:
Y que hago cuando tengo una historia estupenda en la cabeza y de repènte...pum!! Se fue. Saludos!!
me gusta, pero, y si mejod la pateo???, (reflexiones intempestivas, Guille).
Pues gracias, a veces es mejor dejar que las ideas geniales se alejen... lentamente... sin dañar a nadie, si uno quiere conservar la cabeza, desde luego.
Publicar un comentario